viernes, 29 de marzo de 2013

Amor Eterno

Capítulo 22:
Decidí no salir de aquella habitación en unos días. Me había vuelto a encerrar en mí misma. No quería saber nada de nadie. Escuchaba como hablaban Inés e Iván, se les notaba preocupados y a mí, me dolía tener que hacerles eso pero necesitaba pensar, reflexionar un poco sobretodo. Nadie había vuelto a saber nada de Jorge durante este tiempo pero tampoco nos habíamos preocupado. Iván finalmente no denunció, decidió esperar a que yo le acompañase, ya que era a mí a quién se lo había confesado. De todas formas, pruebas no teníamos ninguna, tan sólo quedaría que, como mucho, desenterraran el cuerpo y volviesen a examinarlo pero ya habían pasado meses, no quedaría ni rastro.
Ese día debía salir, tenía cita en el ginecólogo para hacerme una ecografía y ver cómo evolucionaba el bebé. No sabía que ropa poner. Busqué en el armario y encontré unos vaqueros, esos vaqueros que Alejo me había regalado con una camiseta de Los Beatles. Decidí buscar la camiseta también para ponérmela, pero no aparecía. Revolví todo el armario con el afán de encontrarla, pero nada. Salí de la habitación con los vaqueros puestos y en sujetador.

-Inés…¿sabes dónde está la camiseta de Los Beatles?-pregunté mientras ésta se me quedaba mirando la tripa.
-Eh…creo que está en mi habitación, ¿te la busco?-dijo sin mover la mirada.
-¿Se puede saber qué tanto te extrañas?-pregunté molesta.
-No, nada, es que ya se te nota algo-se acercó a mí-¿no notas patadas, no?-.
-Normal, estoy de 4 meses-suspiré-no, todavía no-sonreí.
-Cierto-rio-bueno, te voy a buscar eso, ¿vale?-me miró-¿quieres desayunar algo?-dijo mientras entraba en su habitación y removía en el armario.
-No, gracias, estoy bien así-sonreí.
-Nani, tía, tienes que comer algo, ¿no querrás ir así?-dijo-¡Toma!-me lanzó la camiseta.
Me la puse y me miré en el espejo. ¡Al fin me quedaba bien! Me había comprado una camiseta que era dos tallas más grande de la que yo usaba y, ahora, con la tripa que estaba sacando, me quedaba perfecta.
-¿Quieres que te lleve yo?-me miró y miró a Iván que acababa de salir de su habitación.
-No…gracias-miré a Iván-¿te importa acercarme tú?-.
-Claro, ¿cómo no?-sonrió y me abrazó-me alegro de que al fin salgas, Nani-.
-Obvio, no me voy a quedar toda la vida encerrada-reí-y al acabar, si podemos, pasamos por comisaría, ¿te parece?-.
-¿Por…por comisaría?¿Estás segura?-preguntó confuso.
-Joder Iván, es un asesinato, hay que denunciarlo-suspiré.
-Lo sé, lo sé, y estoy de acuerdo contigo…-me miró-pues pasaremos por allí.

-Aunque…denunciarlo, no me va a devolver a Alejo y va a condenar de por vida a una persona. ¿Y de qué servirá la condena? No pagará por lo que le ha hecho. Estar en una cárcel no es nada comparado a la muerte-suspiré pensando-tal vez deba callar, total, sigo sin tener pruebas y no me creerían…-.
-O sí, ¿por qué no iban a creerte? Explícales exactamente lo que te confesó a ti y que ellos hagan algo-propuso él.
-Iván… ¿sigue sin saberse nada de él, no?-al ver su gesto afirmativo proseguí-no podemos denunciar a alguien desaparecido.

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