Capítulo
22:
Decidí
no salir de aquella habitación en unos días. Me había vuelto a
encerrar en mí misma. No quería saber nada de nadie. Escuchaba como
hablaban Inés e Iván, se les notaba preocupados y a mí, me dolía
tener que hacerles eso pero necesitaba pensar, reflexionar un poco
sobretodo. Nadie había vuelto a saber nada de Jorge durante este
tiempo pero tampoco nos habíamos preocupado. Iván finalmente no
denunció, decidió esperar a que yo le acompañase, ya que era a mí
a quién se lo había confesado. De todas formas, pruebas no teníamos
ninguna, tan sólo quedaría que, como mucho, desenterraran el cuerpo
y volviesen a examinarlo pero ya habían pasado meses, no quedaría
ni rastro.
Ese
día debía salir, tenía cita en el ginecólogo para hacerme una
ecografía y ver cómo evolucionaba el bebé. No sabía que ropa
poner. Busqué en el armario y encontré unos vaqueros, esos vaqueros
que Alejo me había regalado con una camiseta de Los Beatles. Decidí
buscar la camiseta también para ponérmela, pero no aparecía.
Revolví todo el armario con el afán de encontrarla, pero nada. Salí
de la habitación con los vaqueros puestos y en sujetador.
-Inés…¿sabes
dónde está la camiseta de Los Beatles?-pregunté mientras ésta se
me quedaba mirando la tripa.
-Eh…creo
que está en mi habitación, ¿te la busco?-dijo sin mover la mirada.
-¿Se
puede saber qué tanto te extrañas?-pregunté molesta.
-No,
nada, es que ya se te nota algo-se acercó a mí-¿no notas patadas,
no?-.
-Normal,
estoy de 4 meses-suspiré-no, todavía no-sonreí.
-Cierto-rio-bueno,
te voy a buscar eso, ¿vale?-me miró-¿quieres desayunar algo?-dijo
mientras entraba en su habitación y removía en el armario.
-No,
gracias, estoy bien así-sonreí.
-Nani,
tía, tienes que comer algo, ¿no querrás ir así?-dijo-¡Toma!-me
lanzó la camiseta.
Me
la puse y me miré en el espejo. ¡Al fin me quedaba bien! Me había
comprado una camiseta que era dos tallas más grande de la que yo
usaba y, ahora, con la tripa que estaba sacando, me quedaba perfecta.
-¿Quieres
que te lleve yo?-me miró y miró a Iván que acababa de salir de su
habitación.
-No…gracias-miré
a Iván-¿te importa acercarme tú?-.
-Claro,
¿cómo no?-sonrió y me abrazó-me alegro de que al fin salgas,
Nani-.
-Obvio,
no me voy a quedar toda la vida encerrada-reí-y al acabar, si
podemos, pasamos por comisaría, ¿te parece?-.
-¿Por…por
comisaría?¿Estás segura?-preguntó confuso.
-Joder
Iván, es un asesinato, hay que denunciarlo-suspiré.
-Lo
sé, lo sé, y estoy de acuerdo contigo…-me miró-pues pasaremos
por allí.
-Aunque…denunciarlo,
no me va a devolver a Alejo y va a condenar de por vida a una
persona. ¿Y de qué servirá la condena? No pagará por lo que le ha
hecho. Estar en una cárcel no es nada comparado a la muerte-suspiré
pensando-tal vez deba callar, total, sigo sin tener pruebas y no me
creerían…-.
-O
sí, ¿por qué no iban a creerte? Explícales exactamente lo que te
confesó a ti y que ellos hagan algo-propuso él.
-Iván…
¿sigue sin saberse nada de él, no?-al ver su gesto afirmativo
proseguí-no podemos denunciar a alguien desaparecido.