Capítulo 30:
Llegamos al aeropuerto corriendo. Quedaba cerca del campo,
pero solo si ibas en algún tipo de transporte, andando, o corriendo como íbamos
nosotras, quedaba un poco más lejos. La policía estaba allí y no dejaba pasar.
Inés y yo respirábamos agitadamente. El control policial no dejaba de sacar
cadáveres y estaba lleno de ambulancias. Me caían las lágrimas de ver todo
aquel desastre.
-¿Me vas a decir de una vez a qué coño hemos venido aquí
ahora?-pregunté casi sin respiración.
-Nani, Iván puede no haber cogido ese avión, puede haberse
arrepentido en el último momento, realmente no estaba seguro, él necesitaba
verte una última vez y despedirse de ti-pensó-y…si finalmente cogió el
avión…puede ser un superviviente, nunca se sabe, existen los milagros, ¿sabes?-explicó.
-No, Inés, los milagros no existen y menos en este tipo de
desgracias…es imposible que alguien haya sobrevivido a esto…-suspiré y más
lágrimas caían por mis mejillas-yo no puedo ver esto, de verdad…me entran
nauseas-dije.
-Las nauseas son por el embarazo no por ver esto…además, ¿tú
qué sabes? Igual ya es hora de que
empieces a creer en todo eso y rezar, porque si está vivo y está bien, no me
puedes negar que es un milagro-suspiró.
-Mira, no estoy ahora para Cristos y Vírgenes, ¿vale? Deja tus
creencias de lado, ahora lo importante es saber de Iván-pensé y llamé a Alejo.
-¿Qué pasa, Nani?-contestó Jorge al otro lado.
-Pásame con Alejo, por favor-pedí mientras Inés me miraba
como si estuviera loca.
-Todavía no se ha levantado-explicó.
-Pero mira que es dormilón este tío-suspiré-pues despiértale
o algo, pero le necesito ya-pedí.
-No hará falta, acaba de salir de la habitación-dijo
pasándole el móvil-¿Qué pasa, Nani? Te has levantado muy temprano…¿va todo
bien?-preguntó.
-Escúchame, Ale, no tengo tiempo, se ha estrellado un avión
en el aeropuerto, creemos que Iván iba en él, necesito que vengas, por favor,
deja tu orgullo de una vez, te necesito a mi lado-suspiré con lágrimas.
-¿Cómo? Pero…eso no puede ser, Nani…-suspiró-joder, voy para
allá, no te preocupes-colgó.
Suspiré y miré a Inés. Si realmente venía, al fin me creería
y dejarían de tomarme como una loca. Toqué mi tripa al notar una patada.
Intenté tranquilizarme, eso sólo conseguía alterarme. Vi como Inés hablaba con
un policía pidiendo datos de algunas víctimas, pero nadie le decía nada.
Estábamos rodeadas de fotógrafos y periodistas. Éramos de las pocas personas a
las que habían dejado entrar, realmente porque nos habíamos colado. Sequé mis
lágrimas y sonó mi móvil. Era Alejo.
-¿Dónde estás?-pregunté nerviosa.
-No me dejan entrar, Nani, sal tú-pidió.
-Está bien…voy para allá-suspiré y miré a
Inés-¿vienes?-pregunté.
-No, yo me quedo aquí, a ver si consigo que me digan algo, ve
tú-dijo.
-Vale, ahora nos vemos-le di un beso en la mejilla y me fui a
fuera en su busca.
Le encontré hablando con un guardia de seguridad y me miró al
verme dentro.
-Viene conmigo, déjele entrar, por favor-pedí con los ojos
llorosos.
-Pero que sea el único, no queremos que esto se llene de
gente, señora-me miró.
-Señorita, querido-suspiré-vamos Ale, a ver si conseguimos
que nos digan algo…-dije caminando.
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