Capítulo 17:
Mientras
esperaba, un coche se detuvo delante de mí. Lo conducía un hombre, de unos 30
años. Venía borracho y no me dio buena espina.
-Hola, guapa,
¿te llevo a algún sitio?-preguntó interesado.
-No, no hace
falta, gracias-no le miré.
-Venga chica,
súbete que te lo pasarás muy bien conmigo-.
-¡Que no quiero,
joder!-grité y le miré.
Se bajó del
coche y me agarró del brazo con fuerza. Me miró a los ojos e insistió en que
subiera.
-¡Ahora ya no es
una pregunta, subirás porque yo lo digo!-gritó y me empujó contra el coche.
Llegó una moto
rápidamente. Era Jorge que se bajó y se enfrentó al hombre. Yo fui corriendo
hasta la moto y me toqué el vientre. El golpe contra el coche fuera duro y
esperaba que no le pasara nada al bebé. Miré a Jorge. No iba muy bien en la
pelea, así que me acerqué.
-Vámonos ya,
Jorge, no pasa nada, estoy bien. Déjalo que si no, va a ser peor-le dije y le levanté del suelo.
-Que no, Nani,
joder, a saber lo que te podía haber hecho si no llego a tiempo-me miró
furioso.
-No importa,
llegaste y ya está todo bien-le miré y sonreí.
El hombre nos
miraba furioso. Con tantos golpes, su coche quedara abollado y eso le costaría
mucha pasta y el seguro no se lo pagaría. Le miré con odio y me devolvió una
mirada fulminante. Nos montamos en su
moto y esta vez, la llevé yo ya que Jorge tenía varios moratones, un corte en
la ceja y seguramente alguna que otra costilla rota. Llegamos a su casa y le
ayudé a subir.
-No sé por qué
lo has hecho, Jorge, ¡mira cómo estás!-le dije mientras iba por alcohol al
baño.
-Ese tío era un
loco, podría haberte hecho algo-contestó con una mueca de dolor.
-¿Te duele
mucho?-le miré preocupada mientras le curaba el corte de la ceja.
-Sólo un
poco-sonrió-soy fuerte.
Reí un poco y
suspiré. Podía haber quedado peor. La verdad es que era fuerte y el tío ya iba
mayor para esos trotes. Sonreí.
-Esto ya
está-acabé de curarle-las costillas…deberías ir al médico pero eso ya es tu
decisión.
-Iré mañana que
ahora no estoy de humor-me miró-¿puedes quedarte esta noche?-preguntó.
-No hacía falta
que lo preguntases, tenía pensado hacerlo-reí.
-Okupa en mi
casa, ¿no?-rió y se quejó-joder la verdad es que me duelen bastante las
costillas.
Cogí unas vendas
y me acerqué a él. Le levanté la camiseta, tenía moratones alrededor de las
costillas y aquello no tenía buena pinta. Le vendé como pude, intentando que le
doliese menos.
-¿Mejor?-.
-Estoy mejor
desde que estás aquí-se sonrojó.
-No seas
tonto-sonreí.
-No lo soy, es
la verdad-se acercó y me besó.
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